No se sabe cuándo, ni en qué año, ni tan siquiera una pequeña aproximación
a la fecha en que sucedió. Tan sólo se recuerda que al Caracol Augusto, la
tristeza le hacía mucho daño en su corazón.
Las antenitas de su cabeza, entrechocándose por el frío imperante, producían
un sonido especial y agradable, parecido al de las gotas de lluvia al caer
contra la arena húmeda. Esto, era lo único que a Augusto le hacía soportar su
melancolía.
¿Cuándo, decía Augusto, cuándo terminará este
frio y este viento tan fuerte, que por
otra parte hace bailar tan bellamente las olas? Si hasta parece que me cuentan cosas…
Pero hoy, sus voces suenan más estridentes que nunca, y dañan, de alguna manera
mis oídos.
Discúlpenme Olas, hoy no tengo
ganas de escuchar a nadie. Mi cuerpo desnudo casi que no resiste. Además, voy
tan lento que ni siquiera puedo entrar en calor.
Y las Olas, con ganas de
jugar y sobre todo por enterarse el porqué de la tristeza de su amigo, no
dejaban de insistir con sus danzas.
A esta altura el caracol,
a medida que avanzaba, despedía bajo su cuerpo un líquido húmedo.
En el momento en que el
viento soplaba con mayor fuerza, una gran cresta de agua se elevó hacia el
cielo, (todos) Los peces abrieron grandes los ojos mirándose unos a otros, era
la señal, había que ayudar a alguien.
Debemos ir urgente a la
costa, dijo el Pez Espada, con voz cortante.
¡Sí! ahora mismo, contestó
un gran Pulpo abriendo sus espectaculares tentáculos e indicando dónde debían
ir.
Señora Ballena, se escuchó
una voz suave como espuma, para ir más
rápido ¿puedo subirme en su lomo?
Por supuesto amigo
Calamar, y ten cuidado de no caerte, ¡iremos lo más rápido posible!
Ya reunidos en la playa,
la gran ola que dio la alarma tomó la palabra:
Habitantes del Mar, hoy, después
de tanto tiempo volvemos a re-unirnos para ayudar a un gran amigo, que desde
hace tiempo recorre nuestras playas queridas. Me refiero, compañeros míos,
a Augusto el Caracol.
¡El Caracol! exclamó la Mantarraya,
con voz punzante.
Luego de un gran silencio
en que todos se preguntaban qué sucedería, nuevamente la gran Ola tomó la
palabra:
Amigos del mar, de todos
los aquí reunidos debemos elegir al representante que hablará con el Caracol Augusto
para preguntarle en qué podemos ayudarle. Los animales allí presentes analizaban
cada uno por su cuenta la posibilidad de acercarse a Augusto. Más nadie se
animaba, ya que la mayoría debido a su gran tamaño temía que Augusto se
sintiera algo incómodo y no respondiera a su ofrecimiento de ayuda.
Sólo alguien, que debido
a su gran capacidad de diálogo y su tranquilidad al desplazarse sobre la playa,
podía acercarse a Augusto y ofrecerle ayuda en nombre de todos.
la Estrella de Mar, consciente
de poder hablar libremente al Caracol, levantó uno de sus brazos y dijo:
Señora Ola, creo que de
acuerdo a mi condicion de Estrella y sobre todo por ser una gran amiga,
puedo ser (soy) la más indicada para acercarme Augusto .
Los animales del Mar, comprendiendo
cuál era la situación, y sorprendidos por la seguridad de las palabras la
Estrella, asintieron con gran gusto.
Una vez que la estrella
encontró al Caracol Augusto, sin más rodeos le preguntó qué sucedía; el porqué
de su gran tristeza.
Augusto, que siempre
trataba de dibujar una sonrisa en sus labios, esta vez no pudo contener el
llanto. Escucha mi querida estrella, agradezco tu buena voluntad, mas no sé si conseguirás
ayudarme. Hace tiempo que no encuentro respuesta a mis preguntas.
Estoy aquí para ayudarte
Augusto, cuéntame.
Hay dos cosas, Estrella,
que necesito. La primera es que, y tú lo sabes, mi pequeño cuerpo está desnudo
y no sé si seguiré soportando por más tiempo estos intensos fríos…
La Estrella de Mar, entre
pícara y sonriente, rápidamente (rápido) contestó a Augusto:
La solución es fácil
Caracol , cuando la gran Ola aparezca por las mañanas y rompa con gran fuerza
cerca de la playa como un trueno, debes estar cerca, para que las gotas que salpican al mezclarse
con la arena, se depositen en tu lomo, y al contacto con el aire frio se
endurezcan formando círculos, de mayor a menor tamaño hacia arriba, que darán origen a una bella estructura sobre ti , parecida a una casita que
cubrirá todo tu cuerpo, en la cual
podrás refugiarte cuando lo necesites.
Y así fue como Augusto, siguiendo
el consejo de la Estrella pudo al fin tener un lugar donde abrigarse; un
hermoso caparazón grisáceo que resplandecía al contacto con la luz del sol.
¿Cuál es tu otro problema
caracol?, dijo la estrella.
Este si es grave,
contestó Augusto, He tenido una gran pérdida que no puedo remediar. Mira, al arrastrarme dejo tras de mi esa línea
húmeda que no son más que lágrimas, mi querida Estrella. Tú crees que podrías
ayudarme?
Mira Augusto, los
animales, tanto como cualquier otro ser con vida , tienen pérdidas que quizá no
puedan remediarse. No voy a preguntarte cuál fue la tuya, aunque creo no me la
contarás, o si. solo quiero decirte esto: tu corazón está mal, roto, pero
hay algo de lo que debes estar seguro, cuando ames a alguien y ese alguien no
esté a tu lado por distintas razones, que ese amor no produzca tristeza ni
dolor en ti. Sabes que el amor por ser lo que es no puede dar más que amor y más
amor todo.
Siempre habrá alguien que
amas que no podrá estar a tu lado, pero a su vez, recuérdalo siempre, el amor
es alegría y no otra cosa.
Asi podrás guiarte mejor
en tu vida.
El Caracol se despidió agradeciéndole
a la estrella por su gran claridad.
Y, de ese entonces, augusto
con su bello caparazón sobre el cuerpo y comprendiendo la verdad de los
sentimientos, se pasea por las playas ofreciendo todo su amor y recibiéndolo el
mismo, aunque no todos ni todo lo que ama pueda estar siempre a su lado.
(UNéstorFabián)
1992
Mar del Plata.
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