domingo, 28 de septiembre de 2014

Augusto el caracol


No se sabe cuándo, ni en qué año, ni tan siquiera una pequeña aproximación a la fecha en que sucedió. Tan sólo se recuerda que al Caracol Augusto, la tristeza le hacía mucho daño en su corazón.
Las antenitas de su cabeza, entrechocándose por el frío imperante, producían un sonido especial y agradable, parecido al de las gotas de lluvia al caer contra la arena húmeda. Esto, era lo único que a Augusto le hacía soportar su melancolía.
¿Cuándo, decía Augusto, cuándo terminará este frio y este viento tan fuerte,  que por otra parte hace bailar tan bellamente las olas? Si hasta parece que me cuentan cosas… Pero hoy, sus voces suenan más estridentes que nunca, y dañan, de alguna manera mis oídos.                 
Discúlpenme Olas, hoy no tengo ganas de escuchar a nadie. Mi cuerpo desnudo casi que no resiste. Además, voy tan lento que ni siquiera puedo entrar en calor.
Y las Olas, con ganas de jugar y sobre todo por enterarse el porqué de la tristeza de su amigo, no dejaban de insistir con sus danzas.
A esta altura el caracol, a medida que avanzaba, despedía bajo su cuerpo un líquido húmedo.

En el momento en que el viento soplaba con mayor fuerza, una gran cresta de agua se elevó hacia el cielo, (todos)  Los peces abrieron  grandes los ojos mirándose unos a otros, era la señal, había que ayudar a alguien.
Debemos ir urgente a la costa, dijo el Pez Espada, con voz cortante.
¡Sí! ahora mismo, contestó un gran Pulpo abriendo sus espectaculares tentáculos e indicando dónde debían ir.
Señora Ballena, se escuchó una voz suave como espuma,  para ir más rápido ¿puedo subirme en su lomo?
Por supuesto amigo Calamar,  y ten cuidado de no caerte,  ¡iremos lo más rápido posible!

Ya reunidos en la playa, la gran ola que dio la alarma tomó la palabra:
Habitantes del Mar, hoy, después de tanto tiempo volvemos a re-unirnos para ayudar a un gran amigo, que desde hace tiempo recorre nuestras playas queridas. Me refiero, compañeros míos, a Augusto el Caracol.
¡El Caracol! exclamó la Mantarraya, con voz punzante.
Luego de un gran silencio en que todos se preguntaban qué sucedería, nuevamente la gran Ola tomó la palabra:
Amigos del mar, de todos los aquí reunidos debemos elegir al representante que hablará con el Caracol Augusto para preguntarle en qué podemos ayudarle. Los animales allí presentes analizaban cada uno por su cuenta la posibilidad de acercarse a Augusto. Más nadie se animaba, ya que la mayoría debido a su gran tamaño temía que Augusto se sintiera algo incómodo y no respondiera a su ofrecimiento de ayuda.

Sólo alguien, que debido a su gran capacidad de diálogo y su tranquilidad al desplazarse sobre la playa, podía acercarse a Augusto y ofrecerle ayuda en nombre de todos.
la Estrella de Mar, consciente de poder hablar libremente al Caracol, levantó uno de sus brazos y dijo:
Señora Ola, creo que de acuerdo a mi condicion de Estrella y sobre todo por ser una gran amiga, puedo ser  (soy)  la más indicada para acercarme Augusto .
Los animales del Mar, comprendiendo cuál era la situación, y sorprendidos por la seguridad de las palabras la Estrella, asintieron con gran gusto.

Una vez que la estrella encontró al Caracol Augusto, sin más rodeos le preguntó qué sucedía; el porqué de su gran tristeza.
Augusto, que siempre trataba de dibujar una sonrisa en sus labios, esta vez no pudo contener el llanto. Escucha mi querida estrella, agradezco tu buena voluntad, mas no sé si conseguirás ayudarme. Hace tiempo que no encuentro respuesta a mis preguntas.
Estoy aquí para ayudarte Augusto, cuéntame.
Hay dos cosas, Estrella, que necesito. La primera es que, y tú lo sabes, mi pequeño cuerpo está desnudo y no sé si seguiré soportando por más tiempo estos intensos fríos…
La Estrella de Mar, entre pícara y sonriente, rápidamente (rápido) contestó a Augusto:
La solución es fácil Caracol , cuando la gran Ola aparezca por las mañanas y rompa con gran fuerza cerca de la playa como un trueno, debes estar cerca,  para que las gotas que salpican al mezclarse con la arena, se depositen en tu lomo, y al contacto con el aire frio se endurezcan formando círculos, de mayor a menor tamaño hacia arriba, que darán origen a una bella estructura sobre ti , parecida a una casita que cubrirá todo tu cuerpo,  en la cual podrás refugiarte cuando lo necesites.
Y así fue como Augusto, siguiendo el consejo de la Estrella pudo al fin tener un lugar donde abrigarse; un hermoso caparazón grisáceo que resplandecía al contacto con la luz del sol.

¿Cuál es tu otro problema caracol?,  dijo la estrella.
Este si es grave, contestó Augusto, He tenido una gran pérdida que no puedo remediar. Mira,  al arrastrarme dejo tras de mi esa línea húmeda que no son más que lágrimas, mi querida Estrella. Tú crees que podrías ayudarme?
Mira Augusto, los animales, tanto como cualquier otro ser con vida , tienen pérdidas que quizá no puedan remediarse. No voy a preguntarte cuál fue la tuya, aunque creo no me la contarás, o si. solo quiero decirte esto: tu corazón está mal, roto, pero hay algo de lo que debes estar seguro, cuando ames a alguien y ese alguien no esté a tu lado por distintas razones, que ese amor no produzca tristeza ni dolor en ti. Sabes que el amor por ser lo que es no puede dar más que amor y más amor todo.
Siempre habrá alguien que amas que no podrá estar a tu lado, pero a su vez, recuérdalo siempre, el amor es alegría y no otra cosa.
Asi podrás guiarte mejor en tu vida.
El Caracol se despidió agradeciéndole a la estrella por su gran claridad.

Y, de ese entonces, augusto con su bello caparazón sobre el cuerpo y comprendiendo la verdad de los sentimientos, se pasea por las playas ofreciendo todo su amor y recibiéndolo el mismo, aunque no todos ni todo lo que ama pueda estar siempre a su lado.


(UNéstorFabián)

1992

Mar del Plata.

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