Miraba tu cara y me miraba a mí mismo. La energía que había entre los
dos era,...la misma.
Las
paredes de la habitación parecían de cartón y
detrás de ellas no había más nada...
Solo las
vigas apuntalando la escenografía.
Miraba adentro de
tus pupilas fijamente y veía el cosmos.
Lo mismo detrás de las
paredes de cartón.
Y encontré una respuesta. Lo
era todo.
Era
más fuerte que el ruido de las barreras al caer y romperse.
Me regocijaba en mi propia
creación, sin pensar, sin sentir.
Solo estar. Contemplar.
Este es el trabajo.
(Ella)
Era una mañana nublada, quizás, una como cualquier otra,
volaba en mi bici, mientras escuchaba babasónicos.
Siempre en espiral, siempre en espiral.
Bajo el agua podía ver el infinito universo,
…. en sus burbujas, los planetas y las estrellas.
Me sentía una sirena caminante del agua,
no sabría cómo explicarlo, es una sensación, sin explicación alguna.
Una satisfacción de estar, nadando como un pez.
Purificando mi alma mientras cantaba,
le cantaba a la felicidad del existir,
bajo las gotitas de la ducha.
Saltando y pensando en los misterios de la vida,
lo busqué.
Busque a ese ser, en cuyos ojos podía vislumbrar dos planetas infinitos,
girando.
Hablamos de amor, amor, amar, a todo y a todos.
Caminamos entre árboles inmensos, mientras las palabras vibraban
en verdades y brillos que se dejaban volar por el aire,
eternizándose en la simultaneidad del no tiempo,
en el aprendizaje de no perder la memoria,
olvidándonos de todo y volviendo a empezar de cero,
todo de nuevo.
Ser, ser, ser, lo de hoy, lo de ayer y lo de mañana.
Ser.
Llegamos, tomamos agua, el tiempo pareció detenerse por un segundo.
Y vimos algo, pudimos vislumbrar algo.
Sentados, entre mates, y charlas, en una simple cotidianeidad,
supimos de la esencia invisible que nos había llevado hasta ahí.
Que yo eras vos y vos eras yo.
Y que tu gata era la mía y la mía la tuya.
Y que éramos iguales, y sonreímos, mucho.
Y entonces, cantamos, encantamos,
con la purpurina que se
desprendía del sol.
“Miro en profundidad, la trama se deshilacha.
Quién soy yo, para descreer, no me importa la verdad.
¿Quién pisa las hojas secas?
La hojarasca me….. , envolverá.
Y en la curva del olvido, seré,
seré memoria,
y en la curva del hastío, seré
seré prehistoria.”
Flotar, flotar y dejarnos llevar,
con amor, ¿qué más?
Eramos milenarios, eternos, como la tierra y el espacio,
y nos quedaba tanto por conocer.
Dos almas que se reencuentran y
juegan a desafiar los instantes perdidos,
renaciendo entre árboles rosados y signos violetas, azules.
(unxslocxs)