martes, 20 de octubre de 2020

Memorias

 El aroma a jazmín
y los mates amargos empujaban el instante,
con su sabor a efimeridad. 
Ella había encontrado su paz.
Miraba el atardecer con auriculares y música naif. 
Ella no necesitaba de nada, ni de nadie.
Se había amigado consigo
y disfrutaba
del sabor poético de su soledad. 

Noche

 Sueño y despierto
duermo y respiro
observo una estrella,
titilando conmigo. 


Música ancestral en cantos floridos,
me río y me río
de todo lo divino.
Danzo en mis aguas más abismales,
me dejo sentir 
inmersa en el cenote
profundamente turquesa.


Cantando junto a la canela
los sueños toman forma de ciclos
de centro sagrado terrenal,
cósmica conexión
en armonía con el todo.