Cada rincón del camino se funde en mi alma,
en un lugar de mi corazón.
Allí no existe el suceder,
todo está siempre latiendo, como el canto de los pájaros,
en Valladolid.
Un colibrí asomado junto al arco iris y la lluvia.
Es más fácil morir así, a cada instante que se olvida,
o se pierde, entre las nubes.
Ver en ojos profundos la inocencia de alguien que busca un mundo más habitable.
Escuchar la calma en una voz sabia de alma pura,
acercándose sin pensar.
Abrazar los pasos que dejo al andar.
Pequeña niña de ojos de mar y universo,
lejos te fuiste a buscar,
para volver a ti,
a ese solo estar contemplando la nada,
de los árboles y el cielo.
De lejos volviste viajando en la luz,
encontrando más preguntas que respuestas.
Te dejaste caer al volar y tus alas las veo
estampadas en la ventana,
blancas y con ese brillo especial.
Niña inquieta,
intentando comprender lo incomprensible del tiempo,
que cambia rosas por rejas,
a veces.
Sentada sola en una hamaca,
las flores ríen a tu lado..
te dejas ser como el aire,
brisa de mar por la tarde.
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