miércoles, 25 de junio de 2014

Comienza una fiesta clásica que conozco muy bien

Comienza una fiesta clásica que conozco muy bien. En los ojos de los árboles. Y nos hace salir de aquí. Dos labios unidos toda la noche. Una luz en el rincón. Mira a la lejana ventana. De un pájaro. Y oímos a nuestro cuerpo. En las uñas. Y nos ilumina la cara. Cuando te miro. Y con ello mirándome fijamente. Dos manos se acarician. El fósforo se apaga en los labios. Una trompeta comienza a sonar. El sonido de un tren. Reloj. El mar de vuelta en el cuarto. Dedos. Oscuro. Verde y. su nariz que no esta. Rojo oscuro. Y nos dice que hacer. Se mezcla con las olas. Un fósforo se prende. Y yo estaba adentro. El sonido agitado de una voz francesa comienza a cantar. Quiero un que. Permanece un cuadro. Cerca y muerto. Que muerden. Donde veo las estrellas. Un cubo se rompe. Y por el papel. Y chocolate. Una oruga en el tenedor. Se mueve espasmódica. Y el sol le achica las pupilas. El otro me estudia. El sonido de una mosca. Se quema y se calla en el silencio. Me susurra. Llorar. Oloroso. Entre nosotros ladra el perro. El, un enano en una selva. Perdía. Un ojo se cierra. Dos cuerpos. El un fantasma. Sus pies desnudos. E intentamos comprender. No, nos hará gritar. Y vos tan quieta. En tus pliegues. Serpenteando.

(unpedro, unamale)

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