Comienza una fiesta clásica que conozco muy bien. En
los ojos de los árboles. Y nos hace salir de aquí. Dos labios unidos toda la
noche. Una luz en el rincón. Mira a la lejana ventana. De un pájaro. Y oímos a
nuestro cuerpo. En las uñas. Y nos ilumina la cara. Cuando te miro. Y con ello
mirándome fijamente. Dos manos se acarician. El fósforo se apaga en los labios.
Una trompeta comienza a sonar. El sonido de un tren. Reloj. El mar de vuelta en
el cuarto. Dedos. Oscuro. Verde y. su nariz que no esta. Rojo oscuro. Y nos
dice que hacer. Se mezcla con las olas. Un fósforo se prende. Y yo estaba
adentro. El sonido agitado de una voz francesa comienza a cantar. Quiero un que.
Permanece un cuadro. Cerca y muerto. Que muerden. Donde veo las estrellas. Un
cubo se rompe. Y por el papel. Y chocolate. Una oruga en el tenedor. Se mueve espasmódica.
Y el sol le achica las pupilas. El otro me estudia. El sonido de una mosca. Se
quema y se calla en el silencio. Me susurra. Llorar. Oloroso. Entre nosotros
ladra el perro. El, un enano en una selva. Perdía. Un ojo se cierra. Dos
cuerpos. El un fantasma. Sus pies desnudos. E intentamos comprender. No, nos
hará gritar. Y vos tan quieta. En tus pliegues. Serpenteando.
(unpedro, unamale)
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